viernes, 11 de septiembre de 2015

Se non è vero, è ben trovato

11, wieder.
Parecía yacer, como muchas otras veces, en el mismísimo lecho marino, un poco más profundo que el Challenger, la presión sobre su existencia era una irónica analogía mientras que la gravedad parecía no tener el mismo poder acá abajo; pese a ello, todavía sentía el peso de su culpa actuando como un par de botas, hechas de plomo incandescente, atadas con cintas de frágil vidrio.
Fue allí abajo, entre plancton y sedimento milenario, que decidió reproducir en su memoria, en interminable bucle, la canción más triste, la que siempre deseó que vibrará en sus tímpanos -pero sólo su parte en pianissimo-, porque no tardó en recordar ese abrupto ruido, esa falta de  dinámica de transición, cuando
desgarrados sus tímpanos por ese estribillo maligno, su magra voluntad se astillaba; pero a pesar de ello, esa discordancia lo  extasiaba y no podía sino salmodiarla en su mente como imbécil. 
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Hubiera hecho buen clima esa tarde, pensaba, haciendo memoria del cielo en el que ya no cree; 《sí, lo hubiera hecho》, -se repite en voz alta, aunque más bien fue un farfullo-, sino fuera porque en la profunda depresión húmeda, donde se encuentra hoy y se encontró en aquel momento, no hubo ni hay sino cenizas en el aire y huele a extravío. Respira hondo y recuerda más, reproduce la perorata que le dio al encuentro de la tarde, reproduce la vergüenza que nunca llegó cuando se le invocó; se lamenta que nunca nadie lo preparó para su poco triunfal Rubicón que estaba a punto de vadear en esa ocasión.
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"Quizás, quizás, quizás": será el adverbio repetido que lo atormentará el resto de su fugaz y torpe zancada, por esta y estas vidas que solo lo verán un instante; un instante y será mascullo de demente; un instante y será arrepentimiento de alguna redimida por la gracia del vacío; un instante nada más y será una partícula entre esa capa de polvo, que un sucio y pestilente paño rojo sacudirá con fastidio y en un movimiento, del retrovisor izquierdo del auto; un instante y sólo un instante, para reducir la creación a un fatuo espectro que lo maldice cada vez que esta vuelta elíptica se completa, justo hoy, al poco tiempo después de iniciado el séptimo.
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Racionaliza más y se engaña: ¿Y qué si todo esto hubiese sido una mentira para autocomplacerse?, ¿qué si no es más que una vana ambición que desde su génesis rebosó de miserias en su ramo de rosas color salmón?, non liquet; el Océano lo ha engullido desde hace más de cinco lustros y aunque él lo niegue, nosotros damos fe de haberlo visto, y ahora, la sola escena de su retorno a la costa irrita hasta el hastío: él,  tratando de flotar hacia la superficie, con su melodía fúnebre atada a su cuello y quebrándole su cervical lentamente, eso está comprobado.