jueves, 12 de septiembre de 2013

MCMXCVIII

Joe

La materialización de un evento ideal, que brotó de evocaciones remotas, es la mejor representación de la dicha de estar vivo. 
-Jared Pérez-

   Pronostiqué atracar antes del ocaso -suponía que ya no estabas dentro del barco- la tripulación ha menguado de forma escalonada desde que la brisa de la noche acarició la palma que trazaba indistintamente errores que no merecen arrepentimiento. La brisa de la oscuridad discurrió por cada una de las estancias del velero -ahora, casi vacío, casi sin materia pensante dentro- sin embargo seguía escribiendo mi deseo, seguía buscando algo que rescatar, algo precioso, algo que aún irradiara calor.
   Fue entonces que advertí, entre las memorias de este Océano, la bella y única presencia de lo inconcluso, de aquello que inició en el amanecer de nuestra vesania, en la época de nuestra candidez; las remembranzas de la educación formal se entrelazaban con los ingenuos intentos de un frenesí incipiente ¡Firmamento y núcleo de la tierra!. 
   Ya no había desierto en cubierta, te manifestaste allí, en medio, con aura centelleante y semblante seráfico; regresabas por el hombre desamparado -que escribía su postrera epístola antes de lanzarse desde la proa- Con la vista acaricié minuciosamente tu rostro mientras rompían las olas en el canto y humedecían mi dorso con salino océano.
   Se precipitaban una a una las frías gotas, perforando la impermeable capa del olvido inerte, una a una se evaporaron las gotas dentro del núcleo y limpiaron desde el interior la sustancia que nunca se fue, que siempre estuvo allí, dejando ver a través de su diáfana existencia el anhelo inacabado, anhelo que impelió la resurrección del febril estado que reposaba; inició con la tersa voz de rosado satén, casi forzada, con intención recíproca pero leve, las subsiguientes aumentaron intensidad, pese a que no eran nuevas se descubrían en cada palabra, recordando el dulce pretérito de su inocente resonancia. 
   Y fue entonces que ambicioné la paralización de este ciclo y proferí que te había de llevar al piélago -donde pertenecimos- para no volver a la costa, para que la negra brisa de la amnesia no nos toque de nuevo.

The Mars Volta - The Bedlam In Goliath

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